
Fotografía: Redacción PTN
Ah, Donald Trump, ese eterno estratega que no pierde oportunidad para ofrecer su “ayuda” inconfundible, esta vez a su “nueva mejor amiga”, la presidenta Claudia Sheinbaum, para enfrentar a los temibles cárteles del narcotráfico en México.
Porque, claro, ¿quién mejor que el mandatario estadounidense para resolver un problema que, según él, tiene a México “con mucho miedo” y pues ya se alista con dos buques de guerra armados hasta los dientes con misiles Tomahawk, situados estratégicamente cerca de las costas mexicanas, listos para “ayudar” a combatir a esos cárteles que, según su información controlan el 40% del territorio nacional.
Trump no se anda con medias tintas: “No se puede gobernar un país así”, dice con esa mezcla de paternalismo y show mediático que lo caracteriza, mientras presume la agraciada relación con Sheinbaum, a quien califica como “una mujer excelente”.
Pero, ojo, la presidenta mexicana no se deja impresionar ni caer en subordinaciones. Sheinbaum responde con la serenidad de quien sabe que la soberanía no se negocia: “Nosotros tenemos nuestra forma de comunicar, y siempre hemos dicho que la coordinación y colaboración existen, pero sin subordinación”.
En otras palabras, gracias, pero no gracias, señor Trump.
Mientras Trump insiste en que México está “muy asustado” y que su ayuda es indispensable, la realidad es que la colaboración entre ambos países en materia de seguridad es un delicado equilibrio de respeto mutuo y límites claros. México mantiene la operación y control en su territorio, mientras que Estados Unidos aporta inteligencia y apoyo logístico, sin invadir ni imponer su voluntad.
Y ahí están, los buques USS Spruance y USS Gravely, con sus misiles y torpedos, desplegados en aguas internacionales, vigilando y listos para actuar, pero sin pisar suelo mexicano. Un recordatorio flotante de que la “ayuda” de Trump no es precisamente un abrazo fraternal, sino más bien una exhibición de músculo militar que, aunque pueda parecer una escena sacada de una novela de acción, es la cruda realidad de la geopolítica actual.
Así que mientras Trump se ofrece como el salvador con su arsenal y su retórica de “muros y ruedas que funcionan”, México responde con firmeza y diplomacia, recordando que el combate a los cárteles es una batalla compleja que no se gana con amenazas ni exhibiciones bélicas, sino con coordinación, respeto y soberanía intacta.
Porque, al final, aunque Trump quiera ser el héroe de esta historia, México sabe muy bien cómo escribir su propio guion. Y en ese guion, la palabra “subordinación” no tiene lugar.
@JErnestoMadrid