
Fotografía: Redacción CIgdl
• ¿Por qué la 4T negocia rápido con EE.UU. pero no con sus propios estados?
México ha entregado solo alrededor de 488,634 acre-pies desde octubre de 2020, lejos del 1.4 millones esperados para octubre de 2024, según la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) lo que representa menos del 40% de lo acordado.
Lo cierto es que las sequías en el norte de México, especialmente en Chihuahua, han limitado la capacidad de México para cumplir, ya que los estados locales priorizan su agua para consumo y agricultura.
En 2020, protestas de agricultores mexicanos en la presa ‘La Boquilla’ dejaron un muerto, mostrando la tensión interna por enviar agua a Estados Unidos (EE.UU), quien también ha reducido envíos a México en años recientes por sequías, algo permitido por el tratado, pero Trump omite esto en su crítica.
Lo cierto es que la presidente Claudia Sheinbaum en su defensa del tratado como “justo” es válida en teoría, pero no aborda el problema estructural: México carece de infraestructura para gestionar mejor el agua en tiempos de sequía y su enfoque conciliador, evita confrontar directamente a Trump, lo que puede verse como debilidad ante una base nacionalista mexicana que espera firmeza. Además, no menciona las tensiones internas con estados como Chihuahua, que se resisten a ceder agua.
Por su parte, el presidente Donald Trump en su narrativa de “robo” es simplista y políticamente motivada ya que ignora que el tratado permite flexibilidad por sequías y que EE.UU. también ha ajustado sus entregas. Vincular el agua a aranceles mezcla un tema técnico con su agenda comercial, lo que podría dañar más a ambos países que resolver el problema.
Es decir que la 4T, en este caso pone a prueba el discurso de soberanía tomando en cuenta que mientras Sheinbaum promete defender los intereses mexicanos, su disposición a negociar rápidamente y enviar agua bajo presión puede percibirse como una concesión ante EE.UU., contradiciendo la retórica de “no subordinación”.
Estamos hablando de una más de las “contradicciones”, ahora, del segundo piso de la cuarta transformación, donde las promesas de autonomía chocan con decisiones pragmáticas.
La 4T prioriza negociaciones con EE.UU. (quizá para proteger intereses económicos) sobre las necesidades de estados como Chihuahua, donde los agricultores locales sufren igual o más que los de Texas y sobre la supuesta defensa de la soberanía, habrá que apuntar aquella frase que dijo la presidenta, “coordinación sí; subordinación, no”, pero ceder agua bajo amenaza de aranceles podría leerse como una forma de subordinación disfrazada de diplomacia.
El chiste es que, en enero de 2024 fue el escalando por la jirafa Benito, ahora el agua para Texas y la #4T promete soberanía, pero ¿dónde queda cuando Trump aprieta?
@JErnestoMadrid